El metal progresivo es un subgénero que combina la técnica del rock progresivo con la potencia y oscuridad del metal. En la década de los ...
El metal progresivo es un subgénero que combina la técnica del rock progresivo con la potencia y oscuridad del metal. En la década de los 90, este estilo se consolidó con bandas que llevaron los límites del virtuosismo, la composición compleja y la intensidad sonora hacia territorios inexplorados. Aunque muchas agrupaciones optaron por un enfoque más melódico y experimental, otras se sumergieron de lleno en una estética pesada, agresiva y absolutamente demoledora.
Este artículo destaca cinco bandas de metal progresivo que en los años 90 se distinguieron por su pesadez, tanto en riffs como en concepto. No son simples exponentes técnicos: son máquinas compositivas que golpean con fuerza cerebral y sonora. Aquí no hay concesiones melódicas ni narrativas suaves. Estas bandas construyeron estructuras complejas, atmosféricas y retorcidas, pero las llenaron de distorsión, brutalidad y oscuridad. Para quienes buscan lo más extremo dentro del metal progresivo noventero, este es el lugar indicado.
Meshuggah: la matemática del caos
Meshuggah, originarios de Suecia, redefinieron el metal progresivo hacia el final de los años 90 con su enfoque técnico, pesado y polirrítmico. Aunque comenzaron en 1987, fue con su álbum Destroy Erase Improve (1995) que alcanzaron un sonido maduro que fusionaba el thrash metal con estructuras progresivas absolutamente innovadoras.
Sus riffs son de precisión quirúrgica, sus tempos son impredecibles y su brutalidad es constante. Las guitarras de Fredrik Thordendal, afinadas en registros bajos y ejecutadas con una mezcla de groove y complejidad rítmica, crearon una nueva escuela dentro del metal progresivo: el djent. Tomas Haake en la batería es un prodigio rítmico, capaz de llevar compases dispares mientras mantiene una sensación de groove inquebrantable.
Meshuggah es una banda pesada en todos los sentidos. Sus letras existenciales, sus atmósferas sombrías y su capacidad para generar confusión sonora sin perder cohesión hacen que su propuesta sea tanto agresiva como cerebral. En los 90, nadie sonaba como ellos.
Psychotic Waltz: oscuridad técnica desde california
Psychotic Waltz es una banda estadounidense que emergió a finales de los 80 y alcanzó su punto álgido en la primera mitad de los 90 con discos como A Social Grace (1990) y Into the Everflow (1992). A diferencia de los progresivos más melódicos, su estilo fue siempre oscuro, denso, incluso amenazante.
Su sonido combina riffs pesados de base doom y thrash con arreglos progresivos complejos, melodías inquietantes y letras llenas de simbolismo, crítica social y espiritualidad rota. La voz de Buddy Lackey, a veces melodiosa y otras veces desesperada, añade una dimensión emocional de peso al contenido lírico.
Psychotic Waltz no es directo ni accesible. Es una experiencia sonora exigente, donde la técnica se fusiona con la tensión. Sus composiciones están llenas de disonancias, cambios abruptos y atmósferas perturbadoras. Aunque no gozó de gran reconocimiento comercial, fue una de las bandas más influyentes para el metal progresivo pesado underground en los años 90.
Death: la evolución brutal del intelecto
Death es quizás la banda más emblemática del death metal técnico, pero en sus últimas etapas, lideradas por el genio Chuck Schuldiner, desarrolló una propuesta progresiva que elevó el género a niveles artísticos inigualables. Aunque Death no encaja en el metal progresivo en su forma clásica, sus últimos discos —especialmente Human (1991), Individual Thought Patterns (1993), Symbolic (1995) y The Sound of Perseverance (1998)— son ejemplos de cómo la progresión técnica puede convivir con la brutalidad.
Los riffs son complejos, los solos virtuosos, y las composiciones están llenas de pasajes rítmicos inesperados. La ejecución instrumental alcanza niveles de precisión alucinantes, especialmente con músicos como Gene Hoglan (batería), Steve DiGiorgio (bajo fretless) y Andy LaRocque (guitarra). Las letras, lejos de la imaginería gore de los primeros años, exploran la existencia, la ética, el pensamiento crítico y el dilema espiritual.
Death llevó el death metal a terrenos progresivos sin abandonar su pesadez. La ferocidad de sus vocales, la fuerza de sus guitarras y la densidad conceptual de sus temas los convierten en uno de los referentes más pesados del metal progresivo noventero.
Cynic: alquimia sonora entre jazz y metal extremo
Cynic es la banda que más elegantemente fusionó el death metal técnico con el jazz fusión, la música ambiental y la espiritualidad. Su obra maestra Focus (1993) es un disco revolucionario que, a pesar de su sofisticación melódica y atmósferas cósmicas, tiene una base instrumental absolutamente pesada y compleja.
Los riffs, aunque a veces suavizados por efectos etéreos y armonías modales, conservan la fuerza del death metal. La batería de Sean Reinert, el bajo fretless de Sean Malone y la guitarra de Paul Masvidal forman un triángulo técnico de precisión vanguardista. Las voces alternan entre growls y registros procesados, aportando un aire futurista e inquietante.
Cynic no es abrasivo como otras bandas de metal extremo, pero su complejidad sonora es tan intensa que la pesadez se siente en capas. Focus es un álbum que desafía la mente, sacude el espíritu y exige escucha activa. En los 90, fue un manifiesto de cómo el metal progresivo podía ser profundamente extremo desde el intelecto y la técnica.
Voivod: ciencia ficción con garras metálicas
Voivod, provenientes de Canadá, comenzaron su carrera en los 80 como una banda de thrash metal experimental. Sin embargo, en los años 90, su evolución hacia el metal progresivo los convirtió en una agrupación única. Discos como Nothingface (1989), Angel Rat (1991) y The Outer Limits (1993) mezclan riffs pesados, disonancias, compases complejos y una estética conceptual ligada a la ciencia ficción distópica.
Su sonido nunca fue fácil de clasificar. Las guitarras de Denis “Piggy” D’Amour son angulares, retorcidas, llenas de acordes que parecen caídos de una nave alienígena. La batería de Michel “Away” Langevin incorpora ritmos extraños y variaciones constantes. Las voces de Snake, cargadas de dramatismo, completan un conjunto musical tan pesado como inteligente.
Voivod no apuesta por la saturación sonora, pero su complejidad armónica y conceptual genera una sensación de pesadez mental constante. Son visionarios que construyeron un universo sonoro único, y en los años 90 fueron pioneros en demostrar que el metal progresivo podía sonar pesado desde la abstracción.
Conclusión: el peso intelectual del metal progresivo noventero
Los años 90 fueron una década de consolidación para el metal progresivo. Mientras muchas bandas exploraban la melodía y la accesibilidad, otras decidieron llevar el género a sus formas más complejas y pesadas. Meshuggah, Psychotic Waltz, Death, Cynic y Voivod representan cinco formas distintas de construir metal progresivo denso, agresivo y profundamente inteligente.
Estas agrupaciones demostraron que el peso no siempre viene de la distorsión. Puede surgir de la estructura, de la atmósfera, del contenido lírico o de la técnica. El metal progresivo de los 90 no solo fue virtuoso: fue impactante. Estas bandas sacudieron cuerpos y mentes, sin perder sofisticación ni creatividad.
Quien quiera entender el lado más demoledor del metal progresivo noventero, encontrará en estos cinco nombres una colección de álbumes esenciales que no se conforman con hacer pensar: también hacen temblar.
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