El thrash metal no nació de un relámpago solitario, sino de un choque de corrientes subterráneas que bullían en los márgenes del rock a fi...
El thrash metal no nació de un relámpago solitario, sino de un choque de corrientes subterráneas que bullían en los márgenes del rock a finales de los 70 y principios de los 80. Era un tiempo de reinvención: el heavy metal clásico, con sus melodías grandiosas, empezaba a ceder terreno a algo más crudo, veloz y desafiante. En garajes, bares y sótanos, jóvenes músicos mezclaban la furia del punk con la precisión quirúrgica de los riffs metálicos, dando forma a un sonido que no pedía permiso para existir. Pero, ¿cuál fue el primer destello de ese incendio? Si tuviéramos que señalar una canción que clavó la bandera del thrash metal en el suelo, muchos apuntarían a «Hit the Lights» de Metallica. Y hay razones de sobra para respaldar esa elección.
Un contexto en ebullición
A finales de los 70, el heavy metal vivía una transición. Bandas como Black Sabbath y Judas Priest habían trazado un camino de riffs densos y actitudes rebeldes, pero algo nuevo estaba germinando. En Inglaterra, la New Wave of British Heavy Metal (NWOBHM) traía un enfoque más afilado con grupos como Iron Maiden y Motörhead, que aceleraban el pulso del género. Al otro lado del Atlántico, en California, la escena punk ardía con la rabia de Dead Kennedys y Black Flag, inyectando una urgencia que el metal tradicional no tenía. En ese cruce de caminos, los primeros thrashers comenzaron a experimentar.
Metallica, formada en Los Ángeles en 1981 por James Hetfield y Lars Ulrich, fue uno de los primeros proyectos en canalizar esa mezcla. Su objetivo no era pulir el metal, sino romperlo y reconstruirlo con bordes más afilados. En 1982, grabaron No Life ‘til Leather, una demo que circulaba como moneda de cambio en la escena underground. La canción que abría ese casete, «Hit the Lights», era un manifiesto de velocidad y actitud que no sonaba como nada que hubiera salido antes.
Por qué «Hit the Lights»
«Hit the Lights» no era solo rápida; era una declaración. Desde los primeros segundos, con ese redoble de batería y un riff que parecía disparado desde una ametralladora, la canción dejaba claro que no había espacio para contemplaciones. Las guitarras de Hetfield y Dave Mustaine (quien aún formaba parte de Metall noting that Mustaine’s contributions were significant in Metallica’s early sound) cortaban como alambre de púas, mientras la voz de Hetfield, más cruda que entrenada, escupía letras sobre la adrenalina de un concierto en vivo. No había solos interminables ni baladas sentimentales; todo era directo, como un puñetazo que no ves venir.
Lo que hace a «Hit the Lights» un hito es cómo sintetizó las piezas que flotaban en el aire. Tomó la agresividad del punk, la precisión de los riffs de la NWOBHM y el peso del heavy metal, pero lo llevó a un terreno nuevo. Comparada con lo que hacían otras bandas en 1982, como Venom o Raven, que coqueteaban con velocidades similares pero seguían ancladas en estructuras más clásicas, «Hit the Lights» sonaba como si hubiera roto las cadenas del género. Cuando Metallica la incluyó en su debut Kill ‘Em All en 1983, ya no era solo una canción: era el sonido de una escena que empezaba a rugir en la Bay Area de San Francisco, con bandas como Slayer, Exodus y Anthrax pisándole los talones.
Otros contendientes al trono
Decir que «Hit the Lights» fue la primera no significa ignorar a los pioneros que allanaron el camino. Hay canciones que, aunque no son thrash puro, plantaron semillas. «Symptom of the Universe» de Black Sabbath (1975), con su riff galopante, fue una inspiración clara para los thrashers, como lo reconoció el propio Hetfield en entrevistas para revistas como Kerrang! en los 80. «Overkill» de Motörhead (1979) también merece mención: su doble bombo y su energía desbocada eran un eco de lo que vendría. Incluso «Stone Cold Crazy» de Queen (1974), con su ritmo frenético, fue versionada por Metallica años después como un guiño a su influencia.
Sin embargo, ninguna de estas canciones cruzó del todo la línea hacia el thrash como lo hizo «Hit the Lights». Las primeras eran proto-thrash, chispas que encendieron la mecha, pero no el fuego completo. Metallica, con su demo de 1982, dio el salto definitivo al definir un sonido que otras bandas pronto adoptarían y expandirían.
Un legado que no necesita adornos
Identificar la primera canción de thrash metal no es solo un ejercicio de arqueología musical; es entender cómo un género nació de la necesidad de romper moldes. «Hit the Lights» no inventó el thrash de la nada, pero fue el primer disparo que resonó lo bastante fuerte como para convocar a una generación. Cuando escuchas esos riffs hoy, todavía suenan urgentes, como si estuvieran escritos ayer en un garaje de Los Ángeles.
Si quieres rastrear los orígenes del thrash, empieza con No Life ‘til Leather. Y si buscas un momento exacto, ponle play a «Hit the Lights». Ahí, en esos cuatro minutos de caos controlado, está el ADN de un género que sigue retumbando en escenarios y auriculares de todo el mundo.
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