Hay bandas que viven de sus logros, de aquel pasado que marcó a una generación y cuyas rolas se han vuelto himnos de vida para varios. Ese ...
Hay bandas que viven de sus logros, de aquel pasado que marcó a una generación y cuyas rolas se han vuelto himnos de vida para varios. Ese es el caso de Los Fabulosos Cadillacs, que después de presentarse el año pasado en el Palacio de los Deportes y de juntar tremenda cantidad de banda en el Zócalo capitalino, ahora volvieron a llenar el Estadio GNP, antes llamado Foro Sol para que la luz de su ritmo nuevamente enloqueciera a aquellos fieles a la agrupación que corean todo su repertorio siempre. Así se vivió una noche más con Vicentico y compañía.
El arranque del auto clásico: los Fabulosos Cadillacs y su frenesí
Con el retraso en su salida, que estaba pactada para las 9 de la noche, la gente en las gradas comenzó a hacer la infaltable ola, clásica expresión de la energía del público mexa para quitarse la sensación de la fría noche mientras se calentaban los motores para la salida de sus adorados argentinos. El constante flujo de chelas y de montones de playeras panboleras con logos de la banda parecían ser el conjunto perfecto de una nueva visita de los Fabulosos Cadillacs, que han hecho de México su nueva casa al grado de siempre tener una tocada prácticamente cada año.
Con algunas vestimentas que hacían alusión a glorias pasadas de los porteños y los souvenirs a precios exagerados, fue después de 18 minutos de espera que las luces del Estadio GNP se apagaron y el escenario se alumbró para recibir a los estelares con un intro perfecto de bajo y percusiones para su presentación ideal con Manuel Santillán el León siguiendo con Demasiada Presión, sacudiendo así la sensación fría para dejar caer una noche de calor en la ciudad.
La Luz del Ritmo, uno de los temas más recientes de la banda, provocó bailes y saltos como si fuera un clásico de antaño de la agrupación de Buenos Aires, mostrando la fidelidad que México le tiene a los Cadillacs a pesar del paso del tiempo. Fue este momento donde Vicentico soltó su abrigo y su bastón para brincar y bailar a la par de la gente como si fuera un jovenzuelo.
Al ritmo de ‘hay que saltar, hay que saltar’ del coro de Mi Novia se cayó en un pozo ciego, la gente hizo cimbrar el terreno del Estadio GNP que tembló con los saltos de la gente que seguía a su líder incondicional con todo y lentes de sol puestos. Luego, la aparición de la Santa Carmela en el escenario continuó una fiesta de un público que parecía rejuvenecido, ignorando el sentir el paso del tiempo al lado de la música de sus Fabulosos Cadillacs.
Mientras la gente no paraba de corear y vivir el calor del ska de la banda, Estoy Harto de Verte con Otros sonaba ligada de bailes y saltos de una generación claramente marcada por aquellos años 80s y 90s en los que Vicentico y compañía provocaron memorias, llantos y mucho ritmo en los presentes que parecían sacudirse los dolores de cuerpo y del alma con cada acorde que los porteños mostraban.
El genio del Dub fue la antesala para una de las más coreadas de la noche, Calaveras y Diablitos, donde Rotman, el fiel saxofonista y autor de una de las más memorables rolas de la banda, se aventó un gran solo. “Muy buenas noches, que alegría inmensa, este show es increíble. Para nosotros hay tantos recuerdos presentes, pero esta noche estamos acá solo por hoy. Es un inmenso honor y placer, es una alegría inconmensurable que hayan venido. Esta velada es para ustedes“, decía Vicentico para romper el poco hielo que quedaba con su público entregado a todo.
Llegó el turno de Los Condenaditos, donde todos ponian las manos en el cielo a petición del vocalista mientras el coro de ‘se nubla, se nubla’ resonaba y continuaban con el tema donde las percusiones lucieron de maravilla, complementando el rezo de los Cadillacs y compañía, y unos fans condenados a la esclavitud de la música que los ha marcado por siempre a la par de ese ritmo potente del bajo de Sr. Flavio que cerraba un bloque de la noche.
Sentimiento acústico: Los Cadillacs y su momento más íntimo
Entonces llegó un bloque más, pues los porteños brindaron un momento acústico después de una ligera pausa mientras las pantallas laterales en blanco y negro mostraban a los miembros de la banda que quedaban para entonar primero Soledad, en donde Vicentico apareció sentado tocando los teclados, seguida de Basta de Llamarme Así, rola que también fue cantada al unísono por todos los presesntes.
Gallo Rojo continuó mientras el vocalista tomaba ahora la guitarra acústica para acompañar a sus viejos amigos que terminaron conmovidos al interpretar Vos Sabes en un instante de calma alegre entre la audiencia donde los Fabulosos Cadillacs mostraban con esta oda a la paternidad que, a pesar de su largo kilometraje, la nostalgia era fuerte y seguía contagiando de buenas memorias y recuerdos a todos los que llenaron el recinto. Coreando el ‘eo eo’ y aplaudiendo a ritmo de la rola que movió a todos los seguidores que tienen hijos, tocándolos ahora en otro punto de sus vidas.
Antes de entrar a la locura nuevamente y con la ausencia de imagen en pantallas, Vicentico y sus amigos cantaron un fragmento a capella con su gente de otro de los éxitos más queridos de su historia, Te Tirare del Altar para todos los dolidos que alguna vez se emborracharon tratando de olvidar sus males de amores. Brillante cierre para una noche que se sentía como un viaje en el tiempo a otros momentos.
Del Padre Nuestro al Matador: el último estirón de los clásicos Cadillacs
Y así, la última parte del arrancón musical de los porteños continuó con el bailongo del Padre Nuestro con el Sr. Flavio usando una máscara de luchador mientras todos disfrutaban el ritmo cumbianchero. Luego, V Centenario puso a brincar a todos otra vez, resaltando la frase ‘no hay nada que festejar’, seguido de Cartas, flores y un puñal y Saco Azul donde la fusión de ska rock reggae característica de los Fabulosos Cadillacs se dejaba sentir con fuerza mientras Vicentico colgaba su saco en la base del micrófono y los toquecitos de mota se percibían por momentos.
La noche continuaba y se acercaba el final del andar de estos automóviles clásicos del rock argentino cuando Siguiendo la Luna de Sergio Rotman conmovió a todos en plena noche recordando aquellos dolores de amor que no se curaron y a algunos corazones rotos vividos en la juventud mientras las luces de los celulares de los asistentes acompañaban uno de tantos himnos de la banda.
Pero la tristeza rápido se sacudió porque Vicentico y su banda recordaron que el día a día es un Carnaval toda la vida y si no hay galope, se nos para el corazón. Y como buena rocola que se congela en el tiempo, los fabulosos decidían cerrar (casi) con dos de sus más grandes clásicos. Primero, el Mal Bicho que causó que algunos vasos de cerveza volaran con la ronca voz de Sr. Flavio a cargo. Pero fue con El Satánico Dr. Cadillac donde, en efecto, los porteños mostraron que tocaban para vos, entregando todo lo que tenían para una despedida qué parecía tan grande como el amor de sus incansables fans aquí.
Con la insistencia de los coros y gritos de la gente, mayormente de 40 años para arriba, la banda argentina volvió para cerrar con broche de oro una presentación más. El Matador causó furor en los presentes y su coro fue cantado incluso por algunos miembros del staff como vendedores y policías que se unían a la fuerte voz de los porteños.
Pero fue la última recta con Vasos Vacíos donde los Fabulosos Cadillacs brillaron más, recordando que a veces, las aguas de río se pueden mezclar con las de mar, en medio de un solo latido de corazones que no sólo cantaban sin parar este tema que alguna vez todos hemos dedicado a alguien. Y así, cerrando con la misma energía con la que abrieron, los modelos clásicos argentinos dieron Yo no me Sentaría en tu Mesa, que marcó el cierre del ‘desmadre total’ ante la reverencia de un público que rugió con fuerza a la par del motor musical de esta banda. No cabe duda de que un buen clásico nunca envejece.
La entrada Los Fabulosos Cadillacs llenaron de alegría el Estadio GNP con su carnaval se publicó primero en Pongara News.
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