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El cliché

Mauro/Lorna/Mauro y otra vez Lorna Anibal Izquierdo Green Existen, en la sociedad, clichés. Los hay por todas partes. Son de todos tip...


Mauro/Lorna/Mauro y otra vez Lorna
Anibal Izquierdo Green

Existen, en la sociedad, clichés. Los hay por todas partes. Son de todos tipos. Y es que un cliché es una idea, frase o expresión que, debido a que ha sido muy usada o repetida, ha perdido su fuerza o novedad y se ha convertido en un tópico o lugar común.

Uno de esos clichés reza así: "Sólo estoy con el/ella por mis hij@s. Somos como vecinos incómodos... yo realmente te amo a tí."

La gran excusa de mucha gente sin sentimientos, el gran escape de l@s cínic@s y sinverguenzas... un terrible paradigma... con un lado quizá aún más terrible: existe gente a quien efectivamente le pasa, quien sí padece la situación de estar en una prisión sin paredes, quien en verdad enfrenta ese dolor...

Qué ocurre cuando en un instante el amor irrumpe en esas prisiones? Por lo mínimo, quienes viven la experiencia terminan convirtiéndose en, claro está, gente sin sentimientos, en cínic@s y sinverguenzas ante los ojos de los demás... Mauro y Lorna se convirtieron en eso...

Para paliar con un amor así, extramuros, pero muy dentro de dos almas que se buscan, hay que ser lo suficientemente inteligente. Inteligente para buscar y atesorar momentos, inteligente para amar a un@ recién llegad@, inteligente para querer a un@ vecin@ incómod@, e inteligente para reconocer que és@ vecin@ incómod@ llegó antes, que es a quien l@s hij@s reconocen, que es la persona que aún vive ahí...

Por no tener esa inteligencia, Mauro dejó a Greta, se apartó de golpe, tratando de hacer algo "bien" en el medio de toda aquella entropía... y lo hizo sin mirar atrás, con tan sólo el corazón por delante, por amor, por qué más iba a ser...

Pero es@s vecin@s incómod@s, l@s que llegan primero, nunca se van del todo...

Había un Manuel que desentendiéndose de una vida que se le desmoronaba enfrente, luchaba en la medida de sus posibilidades para ser aún él, el primero, el dador, el que seguía allí. Y Lorna era complaciente con esa idea, la de conservar aquella figura paterna como el último símbolo de aquello que se había desmoronado...

Pero, qué se había desmoronado realmente? En una verdadera prisión de soledad Mauro padecía los embates de aquella reflexión intensa que surge en los momentos de más desesperación... la añoranza de algo que ahora falta, un olor que ya no está, unas risas que ya no se escuchan... y la noticia de un viaje... Lorna se iba...

A dónde? con quién? Lejos, con ell@s, a intentar, a pretender ser una familia...

Qué se había desmoronado realmente?

Quizá el mundo de Mauro, para comenzar, por aquella evidente falta de equilibrio... y ahora todo retumbaba brutalmente en la cabeza de Mauro, y es que, extrañar todo no es normal... todo faltaba... Incluso Greta...

Porque aún había una Greta que lloraba en silencio, a gritos, como fuera, con una culpa invisible... que Mauro lograba entrever a la distancia... en un doloroso suspiro a la mitad de la noche.

Así, en el extraño mundo de Mauro y Lorna, mal venido a cliché, hacer las cosas correctas con un sentido del equilibrio y de la justicia parecía algo muy necesario... y cómo no, si nada termina realmente, si todo funciona como las gotas de agua que uniéndose de a pocos van formando el caudal de un río que va hacia alguna parte, si todo termina complementándose... y entonces Mauro comprendió. Quien llega primero, nunca se va del todo. El también quiso irse lejos, con ell@s, a intentar, a pretender ser una familia...

Pero el resultado nunca era el mismo: Mauro extrañaba, la extrañaba a ella, la esperaba como un perro fiel... Lorna reclamaba, pues consideraba que lo que ella hacía era un sacrificio, y al mismo tiempo, consideraba que lo que Mauro hacía era un revanchismo.... y lo único en común, al final, al reencontrarse, era el "Ya sabes que somos como vecinos incómodos... yo realmente te amo a tí."

Hasta que un día Mauro viajó primero, tardó más, se divirtió tanto... que cruzó una línea muy delgada...

Y apareció entonces, una gran verdad: si el amor toca a tu puerta, bienvenido sea, porqué no?, pero siempre has de tomar en cuenta que, al haber llegado ya una primera vez, realmente no se ha ido nunca. Sólo requiere de equilibrio, de actos justos en un mundo muy, muy extraño para el resto de los mortales... de otra manera, todo termina convirtiéndose en un odioso y carcomido cliché.

Y así, termina la historia de un porqué más...

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